Converso con el hombre que siempre va conmigo-quien habla solo espera hablar a Dios un día- mi soliloquio es plática con este buen amigo que me enseñó el secreto de la filantropía. ¡No huyas! Tranquilo, no te has topado con una página de proselitismo religioso, ni te queremos convertir en un loco que habla solo para encontrar amigos. Esto que escribió nuestro insigne poeta sevillano no es más que uno de los muchos testimonios que pueblan nuestra literatura y cultura sobre el acto, no poco controvertido, de hablar solo.
El archiconocido y manido «ser o no ser» de Hamlet o los sentimientos de los cadetes del colegio militar Leoncio Prado no son más que otros dos ejemplos de eso que en literatura se llama soliloquio o monólogo interior y que de tan buena salud goza entre los parroquianos que disfrutamos con un libro en la mano. ¡Llevémoslo, pues, al aprendizaje de idiomas, en este caso del español! Si alguien osase a reprenderte por tal hazaña solo tienes que decirle: “¡ojo! si Machado hablaba solo para encontrar a Dios, yo lo hago para encontrar al subjuntivo o al indefinido” Esto dejará ko a tu interlocutor que pensara que el subjuntivo es una nueva secta proveniente de allende los mares.
En muchas ocasiones nuestros estudiantes de español se encuentran con la siguiente situación: vivo en Madrid, estudio español en la mejor escuela de español, Cronopios Idiomas, practico, tanto gramática como vocabulario, pero cuando salgo por la puerta no tengo oportunidad alguna para seguir hablando esa lengua que quiero dominar. En muchos casos el entorno personal de esos estudiantes lo componen personas extranjeras cuya lengua nativa tampoco es el español y acaban acudiendo a la lengua de Hamlet. Nosotros, docentes, les aconsejamos que escuchen la radio, vean series en español, lean y sobre todo que hablen, hablen y hablen para aprender español, pero, cómo hablar cuando no tienes con quién. Yo tengo la solución: habla contigo mismo, habla solo y siempre que tengas oportunidad. Habla solo en el baño, en la cocina, en El Prado o en Leganés, habla solo y verás como te regulas emocionalmente, te concentras mejor, organizas tu pensamiento y sobre todo tu español despega como nunca lo hubieses imaginado.
Entonces: ¿hablo solo sin ton ni son y mi español mejorará? No, conversa con el hombre o la mujer que siempre va contigo, pero conversa con pautas, ejercicios y estructura. Hablar solo sí, de cualquier manera no.
Vamos a empezar con la primera oportunidad que nos presenta el día. Volvemos a casa después de clase de español, muertos de hambre, pensando en qué preparar para acallar nuestro estómago lo más rápidamente posible. Para más inri, hoy en clase hemos trabajado el vocabulario de la comida, así que nuestras tripas llevan sonando toda la mañana y esa es una lengua universal.
Levanta la mirada y observa lo que hay a tu alrededor. ¿Puedes nombrar cinco utensilios u objetos que tengas cerca? ¡Inténtalo! Aquí tenemos varias opciones dependiendo del nivel de lengua que poseas.
Si estás en un nivel A2 o inferior prueba a nombrar los objetos que tienes alrededor con su artículo y añádele algún adjetivo, por ejemplo: la cuchara gris o el plato blanco. Si el nivel que tenemos es mayor (B1 o B2) es posible que puedas añadirle a ese objeto algún verbo, por ejemplo: la cuchara mezcla o en el plato se sirve la ensalada.
Este ejercicio tiene más enjundia neurológica de lo que a primera vista puede parecer, ya que el cerebro crea redes semánticas para asimilar léxico nuevo, ya sea en tu lengua materna o en una lengua extranjera. Es de vital importancia que cuando hablemos solos no nombremos palabras sueltas sin nexo alguno, hagamos todo lo contrario, creemos redes semánticas con adjetivos o verbos siempre que sea posible. Igualmente, al nombrar el utensilio con su verbo estamos trabajando la gramática, una gramática fácil, intuitiva, pero no por ello menos útil.
Apuntemos los utensilios, objetos, verbos o adjetivos que en ese momento no recordamos, pero que hemos estudiado en clase de español. Eso será nuestro trabajo posterior, al igual que comprobar esas combinaciones léxicas que nos generan dudas.
En un nivel superior podemos hacer lo mismo comentando en español los pasos que estamos llevando a cabo en nuestra receta de cocina. Ahí estaremos practicando todos los verbos de la cocina, algunos más básicos (cortar, cocinar, etc.) y otros más complejos (hervir, batir, etc.) con sus correspondientes irregularidades. Si nos venimos arriba, que puede pasar, podemos meternos en la piel de un super chef y dar órdenes a nuestros aprendices para que cocinen ese plato que nosotros acabamos de elaborar usando, por ejemplo, el imperativo.
El único inconveniente que se nos puede presentar es que el hambre nos acucie tanto que no nos deje pensar y finalmente, acabemos confundiendo la sal con el azúcar. En este caso, podemos hacer el mismo ejercicio una vez hayamos comido y tengamos el buche lleno.
En este nos situamos al final del día. Estamos en ese momento sofá donde nada ni nadie puede movernos, derrengados, ahítos, muertos después de un día intenso de español y demás tareas cotidianas. Digámonos en voz alta cómo nos sentimos y el porqué. Algunos ejemplos podrían ser: estoy muy cansada porque hoy en el gimnasio he hecho mucho ejercicio, estoy triste porque he hablado con mi familia y los echo de menos, estoy muy feliz porque mañana es viernes y salgo de fiesta y así hasta el infinito y más allá. Volvemos a activar la gramática, la comunicación y en definitiva el aprendizaje de español.
Otra variante puede ser hacer lo mismo, pero pensando en el día ayer y así activando los pasados.
Seguramente a lo largo de este soliloquio al final del día, te encuentres con que necesitas vocabulario, algún verbo que has olvidado o alguna palabra que justo tienes en la punta de la lengua. Búscala o anótala para más tarde, mientras tanto, puedes optar por expresar lo mismo de una manera más sencilla. Lo importante es hablar, activar la gramática, crear redes semánticas y escucharse hablando español, no te agobies si no puedes decir lo que necesitas de una manera más elaborada. Además, y aunque esto no esté relacionado con el español, dormirás mucho mejor y eso siempre es otro punto positivo.
Hemos aprovechado dos momentos del día (mientras preparo la comida y momento sofá, no puedo más) para hablar con nosotros mismos en español. Estoy seguro de que encontrarás muchos espacios más de soledad contigo mismo o misma para activar la lengua de Cervantes, escritor cuyo hijo predilecto conversaba consigo mismo continuamente.
No le tengas miedo a hablar solo en una lengua extranjera, además de todos los beneficios emocionales y psicológicos que tiene, te ayudará a activar y aprender más español. Hazlo como rutina: antes de dormir, después del café y mientras te duchas, a todas horas y en cualquier lugar, verás como se convierte en parte indisoluble de tu vida como aprendiente de español.
¡Únete a este gran pequeño grupo de personas que pensamos que hablar solo es lo más cuerdo y útil que puede hacer un ser humano para aprender español!
Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Alcalá y máster oficial en Lingüística Aplicada a la Enseñanza de Español como Lengua Extranjera (E/LE) por la Universidad Nebrija. Ha sido profesora en diversas universidades europeas, en el Instituto Cervantes y en la Comisión Europea en Bruselas.
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