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5 razones para aprender español en Madrid

Únete al club. Aprende español, un idioma verdaderamente global, solo superado por el inglés y el chino en número de hablantes. Una puerta de entrada a 500 millones de personas, a una enorme variedad de culturas. Muy bien, te estarás preguntando ¿dónde? Bueno, en España obviamente. ¿Por qué? En este artículo, vamos a explicarte por qué Madrid es tu mejor opción para aprender español. Aquí tienes 5 razones para aprender español en Madrid:

POR QUÉ ESPAÑA

En primer lugar, es posible que desee tomar nota de que, según la encuesta global de HSBC realizada en 2019, España fue situada como el cuarto lugar más deseable del mundo para vivir. La calidad de vida y el clima son las razones principales que la gente dio para calificar a España en una posición tan alta. Otra cosa importante es que España no es un país tan caro para vivir como Suiza, Canadá o Singapur. Conclusión: España, buena vida, pero asequible.

En segundo lugar, si vienes de Europa, ir a España es más fácil de organizar, siendo parte de la UE, y más barato que cruzar el océano hacia América Latina. Si vienes de más lejos, ten en cuenta que desde España puedes visitar otros lugares de Europa como Francia, Portugal o Italia en tren o en avión a precios asequibles.

Si está considerando América Latina, es posible que desee tener en cuenta las diferencias regionales en el idioma, el español de España es internacionalmente el más reconocido y fácil de entender. Muy bien entonces, ¿por qué Madrid? Para empezar, porque los visitantes lo califican constantemente como altamente satisfactorio, Lonely Planet, por ejemplo, coloca a Madrid en el segundo lugar este año como el mejor lugar para visitar en Europa. En la misma línea, la revista Time Out eligió uno de los barrios del centro de Madrid como el «lugar más cool del mundo«.

UBICACIÓN

Una razón de peso para elegir Madrid es que es la base perfecta para visitar el resto del país, ya que está geográficamente en el centro. Desde aquí puedes realizar muchas excursiones de un día, simplemente utilizando la red de trenes locales baratos y regulares, puedes, por ejemplo, visitar la casa natal de Cervantes en Alcalá de Henares o pasear por Cercedilla, un bonito pueblo situado en unas montañas cercanas. Solo un poco más lejos podrás realizar excursiones de un día a lugares como Toledo, Segovia, Ávila y Salamanca. Si quieres pasar unos días en ciudades más alejadas como Barcelona o Sevilla, puedes usar el AVE, el tren de alta velocidad.

CULTURA

Obviamente, esta es la capital de España, y no cualquier capital, Madrid es la capital más soleada de Europa, con más de 300 días de sol al año. Buen tiempo y con gran una gran oferta cultural. A unos pasos de nuestra escuela de español, encontrarás el Museo del Prado, uno de los museos de arte clásico más grandes de Europa.

5 razones para aprender español en Madrid

A lado del Museo del Prado está el museo Thyssen-Bornemiza y si quieres ver obras de Dali y Picasso solo tienes que caminar un poco para visitar el museo Reina Sofía. Además hay docenas de museos pequeños, montones de galerías de arte y barrios llenos de vida como Lavapiés o Malasaña.

GENTE

Los españoles han acudido en masa a vivir a Madrid a lo largo de su existencia. Son muy pocos los verdaderos madrileños, o «gatos», personas cuyas raíces se remontan a varias generaciones. Ha habido una gran migración a esta ciudad a lo largo del tiempo, puedes comprobarlo en los bares donde sirven comidas de diferentes regiones del país. Cerca de nuestra escuela puedes encontrar bares comida asturiana, gallega o andaluza. Como dice el refrán, nadie es de Madrid, por lo tanto, todos pueden ser de Madrid. Y por eso la gente es realmente muy acogedora, puedes sentirte muy cómodo en un bar típico o en una fiesta popular.

COMIDA – Una de las principales razones por las que también debes considerar venir aquí es, por supuesto, la comida. Como ya hemos dicho, Madrid es la ciudad a la que se han trasladado personas de todas partes de España a lo largo del tiempo y han traído su cultura gastronómica con ellos que puedes disfrutar en bares y restaurantes donde sirven platos típicos de diferentes regiones. Esto hace posible degustar toda la cocina tradicional de cada región de España sin tener que salir de la ciudad. Otra cosa a tener en cuenta es que al pedir una bebida te servirán una tapa gratis. Las tapas a menudo sorprenden a los visitantes, pero es perfectamente posible disfrutar de unas rondas de cañas, la cerveza pequeña que solemos tomar, mientras charlas y picas algo de comida.

Esperamos haber llegado a transmitirte nuestra pasión por nuestra querida ciudad tanto como para que decidas visitarnos y consigas aprender español en Madrid.

La fuente de Cibeles

La fuente de Cibeles

Cerca de nuestra escuela español se encuentra la fuente de Cibeles. Esta rotonda en el corazón de Madrid es un lugar icónico de la ciudad, tanto para los seguidores del Real Madrid (que tradicionalmente celebran sus victorias a la sombra de la diosa, cuando no directamente a sus hombros), como para cualquier madrileña acostumbrada a que la imagen de Cibeles montando en su carro sea una de las más representativas de una capital por otra parte huérfana de un símbolo único e identitario (al contrario que otras capitales europeas, como París o Londres).

Comentaba mi compañera Clara en un post anterior que le encanta Madrid; a mí también, a mí me encantan sus historias. Hoy os quiero contar una historia, una que tiene más de 2000 años, pero nos habla de una parte importante de este símbolo tan castizo.

La fuente de Cibeles

La fuente de Cibeles

Hace mucho tiempo, había un rey que no quería tener niñas. Sólo varones. Así que cuando nació su hija Atalanta, el rey decidió abandonar a la bebé a su suerte en las faldas de una montaña (reíros ahora del debate sobre los permisos de paternidad). Pero, milagrosamente, la niña sobrevivió gracias a los cuidados de una osa (animal del que podemos hablar en otra ocasión, también muy relacionado con Madrid y sus símbolos), algunos dicen que esa osa era nada más y nada menos que Artemisa, la diosa del bosque y de la caza, transformada en animal. Con el tiempo, la niña fue adoptada por unos cazadores y creció hasta convertirse en una mujer muy fuerte y ágil, que además era una excelente cazadora y, en general, una persona bastante independiente que no quería tener nada que ver con los hombres.

No es de extrañar, y no sólo por el abandono de su padre. Una vez, dos centauros llamados Reco e Hileo intentaron violarla, pero Atalanta los mató con sus flechas. Cuando Artemisa,en su furia por no haber sido honrada en un sacrificio, envió el gran Jabalí de Calidonia para asolar la tierra, los grandes héroes de la época se reunieron en los que sería la famosa Cacería del Jabalí de Calidonia. Atalanta fue la única mujer participante, pero, como será habitual en su vida, no solo lo fue por sus propios méritos de cazadora, sino porque Meleagro, el héroe local de Calidonia que organizó la partida de caza, se sentía muy atraído por ella y quería tenerla cerca. Muchos de los héroes se opusieron a que participara, pero fue ella misma la que disparó la flecha que lograría herirle definitivamente.

Piruetas del destino, Atalanta acabó volviendo a reunirse con el padre del año, que por supuesto se empeñó en que se casara. Atalanta poco menos que se desternilló en su cara, pero como ya sabía de lo que ese hombre era capaz, estableció que sólo aquel que consiguiera vencerla en una carrera podría ser su marido. Pero para añadirle un poco de emoción al tema determinó que los vencidos morirían. Y muchos murieron, ya que la posibilidad de casarse con la hija de un rey y, sobre todo, el deseo de dominarla en una competición atlética, consumieron a muchos “pretendientes” que se quedaron en el intento.

Hasta que llegó Hipómenes, que era un joven que había sido entrenado por Quirón (el mejor preparador físico de la Grecia clásica). Aunque no la conocía personalmente ni habían hablado nunca, se había enamorado de ella. Como definitivamente no quería morir, resolvió pedir ayuda a la diosa del amor, Afrodita, que decidió ayudarlo porque no acababa de entender que Atalanta no quisiera casarse (la sororidad todavía no se había inventado). Afrodita le entregó a Hipómenes tres manzanas de oro (las manzanas de oro son una de las cosas que más les gustan a los dioses griegos, la guerra de Troya comenzó por una de ellas). El plan consistía en ir arrojando las manzanas de oro al suelo durante la carrera con la idea de que Atalanta no iba a poder resistirse a recogerlas y así ralentizaría su marcha e Hipómenes tendría alguna oportunidad de ganar.

En este cuadro de Guido Reni que está en el Museo del Prado podéis ver el momento en que ella se agacha a recoger la segunda manzana. Total, que el sucio truco funcionó, Hipómenes ganó la carrera, salvó la vida y consiguió una esposa. Y vivieron felices (al menos él) y comieron perdices. Bueno, no. Las historias tan retorcidas no suelen acabar bien para nadie.

Hipómenes y Atalanta

Hipómenes y Atalanta

Esta historia ha sido relatada en numerosas ocasiones por autores de distintas épocas (pero todos del mismo género) y según a quien consultes los detalles cambian. Hipómenes, con la fiesta y el jolgorio del casamiento, se olvidó de realizar el ritual adecuado para agradecer la ayuda prestada por Afrodita. Craso error. La diosa del amor no perdona y como castigo convirtió a los dos cónyuges en sendos leones (los griegos pensaban que los leones no se apareaban con otros leones), y se los regaló a Cibeles, la diosa de la Tierra, para que tiraran de su carro durante toda la eternidad.

Y así se suele representar a Cibeles, rodeada de dos leones, con o sin carro, y así lo hicieron los artistas que trabajaron en los distintos aspectos de la fuente a finales del siglo XVIII. Roberto Michel fue el escultor encargado de los dos leones. Como habréis notado ya, ambos llevan melena y sólo uno debería llevarla. Michel probablemente solo estaba haciendo lo que hacían la mayoría de los artistas que representaron este tema. Si hacéis una búsqueda de imágenes de Cibeles, encontraréis alguna, muy ocasionalmente, en la que se ve que la acompañan un león, con melena, y una leona, sin ella.

Atalanta, la gran cazadora, acabó convertida en leona, otra gran cazadora del reino animal, pero como el destino es cruel (especialmente el destino de las mujeres en la Grecia clásica), casi como una condena, la mayoría de las veces su imagen es la de un león, la heroína quedó invisibilizada por una melena.

Biblioteca Pública Municipal Eugenio Trías

La «pecera» del Retiro: mucho más que una biblioteca

Me encanta Madrid. Los que me conocéis de sobra lo sabéis, lo que ya no sabe tanta gente es que uno de mis rincones favoritos de la ciudad es “la pecera” del Retiro. “¿La pecera del Retiro?” Sí, sí, habéis leído bien: “la pecera” del Retiro. Así es como yo llamo a la biblioteca que se encuentra en pleno pulmón de Madrid. Un espacio que es mucho más que una biblioteca.

Madrid cuenta con una red de bibliotecas públicas compuesta por nada más y nada menos que treinta y dos espacios que son mucho más que libros. De todas ellas la más bonita, especial y luminosa es, sin duda, la biblioteca Eugenio Trias. Casa de Fieras del Retiro, o como la llamo yo la pecera del Retiro.

Biblioteca Pública Municipal Eugenio Trías

La pecera del Retiro

Situada en pleno parque a su entrada por la calle Menéndez Pelayo, metro Ibiza, se trata de una pequeña biblioteca totalmente acristalada, detalle que da al espacio una luminosidad que, sin duda, es la característica que lo distingue, además de ser la razón de mi cariñoso apelativo. Esta biblioteca se sitúa en la antigua Casa de Fieras del Retiro y de ahí que forme parte de su nombre. En las antiguas celdas donde en el pasado vivían animales ahora podemos devorar miles de libros con la mejor de las vistas, ¡hemos ganado con el cambio! ¿No creéis?

Además de contar con todos los servicios de una biblioteca al uso, la pecera dispone de dos pequeños patios al aire libre. Uno en la planta de abajo, donde puedes disfrutar de tu café mientras lees la prensa y otra en la planta de arriba, en el espacio reservado para los más pequeños de la casa. Estas dos terracitas son un oasis dentro de la pecera, ya que, en verano, se disfruta de unos grados menos del asfixiante calor madrileño mientras escuchas el trino de las urracas del parque o el trajín de la calle Ibiza, ¿no es apetecible?

El espacio que la pecera reserva a los peques de la casa es indescriptible. Respetuoso, lleno de color y comodidad, con pufs y alfombras para que los niños se quiten los zapatos y se tiren a disfrutar de sus cuentos preferidos y donde pueden disfrutar de bebecuentos y cuentacuentos, ¡algunos de ellos en inglés! Estos cuentacuentos suponen una oportunidad estupenda para practicar la lengua, sobre todo si eres extranjero y tu nivel aún no es muy alto.

No es de las bibliotecas más grandes de la ciudad pero, como si de un pequeño laberinto se tratase, oculta muchos pequeños encantos que os invito a que descubráis. ¿Sabéis que la pecera dispone de una sala especializada en el medio ambiente? Si os interesa el tema, no dejéis de ir. Además, periódicamente hay charlas y coloquios de temas científicos. Hazte amigo de ellos en las redes sociales para estar informado de toda su programación cultural, amplia y variada.

En definitiva, la pecera te ofrece un sinfín de posibilidades dentro de una burbuja de silencio, paz y cultura que disfrutas mirando al parque del Retiro, ¡casi pareciese que puedes tocar los árboles o las flores mientras lees tu novela!

Si aún no disponéis del carné de bibliotecas de Madrid, corred a hacéroslo totalmente gratuito y empezad a disfrutar de todo lo que la pecera y todas las bibliotecas públicas madrileñas os ofrecen. Como comprobaréis es mucho más que libros.

Las doce uvas: una tradición muy madrileña

Madrid es una ciudad famosa por su ambiente nocturno y las ganas de salir, bailar y divertirse de sus habitantes. Esta forma de ser tiene mucho que ver con las doce uvas: una tradición muy madrileña. Es muy popular tomar una docena de uvas mientras suenan las doce campanadas a las 12:00 de la última noche del año. La primera vez que se hizo fue en Madrid a finales del siglo XIX.

Aunque existen diferentes explicaciones sobre el origen de esta tradición, la que más nos convence está relacionada con la respuesta social al pago de un impuesto anticelebración: El alcalde de Madrid de aquella época obligó a pagar a los que quisieran salir a celebrar la llegada de los Reyes Magos la noche del día 5 de enero. El objetivo de la tasa era evitar que las calles se llenaran de gente de fiesta armando jaleo. Varias personas empezaron a salir en Nochevieja para no pagar la tasa. Tomar uvas durante las campanadas pudo ser una mofa o simplemente una imitación de la gente adinerada, que solía comer uvas durante las fiestas navideñas.

Campanadas en la Puerta del Sol

 

El adjetivo más utilizado en Madrid

¿Cuál es el adjetivo más utilizado en Madrid para referirnos a personas de forma positiva? Con toda probabilidad es majo/a, que según la Real Academia describe a una persona “que gusta por su simpatía y gracia”. Aunque es muy usado, los madrileños no regalamos este adjetivo a cualquiera. Cuando lo utilizamos expresamos realmente que una persona nos cae bien, estamos a gusto con ella y nos parece cercana. Si, por ejemplo, solo decimos que “Fulanito es amable y simpático”, seguramente estemos siendo educados pero no totalmente sinceros.

Además de por su empleo común en la actualidad, este adjetivo es interesante para entender la historia y la forma de ser de los madrileños. En los siglos XVIII y XIX se utilizaba como sustantivo para personas de las clases populares que tenían un estilo especial que transmitían en su manera de vestir y hablar. Este estilo se caracterizaba por cierto descaro para demostrar el orgullo de pertenecer a los barrios populares de la ciudad.

Los habitantes de Lavapiés eran llamados manolos y manolas, mientras que los de Malasaña recibían el apodo de majos y majas o chulapos y chulapas. Los dos últimos apodos se han conservado para referirse a los trajes típicos madrileños. Estos personajes eran muy importantes a principios del siglo XIX, tanto que aparecen en muchos de los cuadros de Francisco de Goya.

La maja vestida de Francisco de Goya